Impoluto destino,
trajeado de incógnitos momentos,
unos de divinos gozos,
otros de sufrimientos,
ábrete la chaqueta,
y déjame ver tu cuerpo,
el martirio de no saber qué,
alimenta mi tormento,
día y noche en vela,
castigando el pensamiento,
esperando quizás,
nuestro último encuentro.
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